Intimidad Veleña |
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![]() Corría los años ochenta y sin saber la marejada que espera, Marismeña y yo encontramos esta tierra donde vivíamos festejos, galopábamos valler, trotábamos playas y pisabamos aceras. Era de montura suave, noble, leal y fina de caña, aires elevados y despierta al miedo, fiel a sus tres sangres y a su color de canela. Ahí estabamos los dos: tú, como siempres, a lo tuyo, reunida y colocada, olisqueando las flores de papel que adornaban las carretas. Detrás, Vélez-Málaga con su fortaleza y su barrio de la Villa. ¡Dios, Marismeña! a qué buen elenco nos ha traido la vida. Y Vélez... tan profunda y marinera, llena de luz, Historia y grandeza, No tuve temor al vuelo por muy lejos que estuviera mi verde tierra. Aunque no quise olvidar mi historia, aquí estoy para pintar y respirar tus aires los años que me quedan. Llevamos siete lustros junto al mar, del sur llamado, y para mí es mejor ser reconocido que ser amado. Manuel M. Pacheco |